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La esperanza más crítica

El título de la obra, La gran mentira de la economía, llama la atención de los lectores más curiosos. La tapa del libro plantea una pregunta que esperamos que la lectura de la obra responda: ¿Cuál es esa gran mentira? Además, el título continúa con la frase “y por qué el futuro será mejor que el pasado a pesar de todo”. Esto invita a pensar que el libro acabará planteando un escenario positivo en el que veremos una recuperación progresiva de la sociedad. Así, se inicia la lectura de la obra de Gonzalo Bernardos con el objetivo de encontrar algo de esperanza en sus líneas. Finalmente, el libro cumple con lo que promete en su portada, pero hay que esperar hasta el final para ver algo de positivismo iluminar las páginas.


El autor acaba por hacer en su obra un duro análisis de la crisis, planteando de una forma muy general los problemas que esta conlleva para acabar concluyendo que lo único que debemos hacer es esperar y votar bien a nuestros dirigentes políticos llegado el momento. Como si, por suerte, ya no pudiésemos ir a peor. En este aspecto podríamos encontrar una similitud entre el presente libro y la obra de Víctor Català ¡Quiero entender de economía!. Igual que Català, Bernardos llega a la conclusión de que la suerte está echada. Ambos libros se publicaron en 2014 y sus respectivos autores coincidieron en el diagnóstico.


Siguiendo con la comparación de La gran mentira de la economía y ¡Quiero entender de economía!, debo decir que, a mi parecer, la obra de Gonzalo Bernardos cumple mejor con su propósito de hacerse entender entre el público más inexperto en términos económicos. El hecho de centrarse en el análisis de la crisis en su plenitud hace que el libro resulte más útil que el de Català para permitir que aquellos sin verdaderas nociones de economía logren obtener argumentos para poder participar de conversaciones sobre el tema, que además es de plena actualidad. En ¡Quiero entender de economía! la problemática de la crisis no se aborda completamente hasta los capítulos finales, que a su vez resultan los más interesantes. Por ello, teniendo ambas obras un objetivo parecido, considero que La gran mentira de la economía sale vencedora en este sentido.


La estructura del libro es interesante por el hecho de que el autor utiliza el recurso de la mala fama que los economistas han adquirido a raíz de la crisis como excusa para escribir la obra. Resulta un planteamiento atractivo y, además, la organización de los capítulos es muy clara y consigue transmitir por sí misma y de forma sencilla y eficaz el mensaje de la obra. El libro se divide en tres capítulos que contienen diferentes apartados. El primero, El desprestigio de los economistas, sirve para contextualizar la mala fama que ha adquirido últimamente el oficio de economista en la sociedad. Este capítulo es una especie de introducción al segundo, Los errores de los economistas, en el que Bernardos critica duramente las decisiones de los profesionales de la economía. Tal vez el autor peca de demasiado sincero en alguna de sus afirmaciones. El libro está absolutamente impregnado de su más dura opinión y declaraciones como que el trabajo de los economistas consiste en “decir lo que su jefe quiere oír y no innovar demasiado” se repiten durante el capítulo. Este tipo de afirmaciones, que llegan a dotar a la obra de un cierto atractivo, resultan demasiado críticas. En ocasiones parece que el autor se mofa del oficio de economista, incluso lo ridiculiza.


Así, la obra de Gonzalo Bernardos parece ser una especie de autocrítica que, desde la perspectiva del economista, resalta los errores cometidos por esta profesión que, según él, han desembocado en la crisis de la que aún no nos hemos recuperado del todo. La dureza de las afirmaciones es aún más discutible teniendo en cuenta el hecho de que el autor generaliza demasiado. Bernardos mete en el mismo saco a todos los economistas y les cuelga la etiqueta de egoístas y avariciosos, además de ineptos. Este recurso resulta muy eficaz para que el autor pueda explicar de forma clara y sencilla las causas de la crisis y las malas decisiones que nos han llevado a la situación actual. Sin embargo, tal vez la generalización a la hora de criticar a los economistas resulta excesiva, por ejemplo al declarar que todos tienen “una pasión excesiva por el dinero”.


El objetivo del libro se ve cumplido con creces gracias al hecho de que autor se vale de multitud de ejemplos para acompañar a todas sus afirmaciones. Pese a utilizar un vocabulario tal vez demasiado especializado en algunos momentos, como cuando habla de políticas de austeridad, el buen uso de la ejemplificación hace que todos los conceptos queden claros. Así, la obra es una lectura muy recomendable para cualquier persona que, sin entender demasiado de economía, quiera comprender cómo hemos llegado al punto actual y qué es lo que pasará a partir de ahora. Sin embargo, de nuevo coincide con ¡Quiero entender de economía! en el aspecto del público objetivo. La lectura es muy amena y cualquiera que, como yo, no sea experto en términos económicos agradecerá la perspectiva general con la que se analiza la crisis. Sin embargo, tal vez esta clara generalización de la situación haga que los más entendidos en economía encuentren esta obra algo superficial o incompleta.


Todo el pesimismo y la crítica, en ocasiones destructiva, que el autor despliega en los dos primeros capítulos se ven contrarrestados en el apartado final. En La reconciliación de los economistas con los ciudadanos, Gonzalo Bernardos acaba por suavizar su dureza y propone un punto de vista lleno de optimismo de cara al futuro. El autor, con afirmaciones como “viviremos mejor que nuestros padres”, tiñe de esperanza las páginas finales y defiende la posibilidad de un cambio de sistema que acabe por funcionar y sacarnos del pozo completamente. Bernardos prevé que el poder, actualmente en manos de las grandes empresas, regresará a los políticos y estos podrán solucionar el desajuste actual. Aun así, el autor condiciona la recuperación de la crisis al buen hacer de la sociedad, ya que con nuestros votos decidiremos “el futuro del país”. De esta manera Bernardos involucra directamente al lector, dejando en sus manos el porvenir.


Con esta complicada relación entre el pesimismo más crítico y la esperanza de un futuro mejor, La gran mentira de la economía deja al lector con sensaciones contradictorias. Más de la mitad del libro tendrá un sabor amargo pero el capítulo final funcionará como un trago de agua fresca que suavizará la mala percepción de la actualidad fomentada hasta el momento e instaurará el optimismo en la mente del lector.

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